El esfuerzo de concentración durante la semana pasada dio sus frutos. Ya llevo dos telas, una terminada y otra en proceso. En sus elementos más importantes ya está hecha. Llevo más de una semana rondando la idea. Como el cazador a su presa. Seguir las huellas de lo que se intuye como una pintura es mantener la energía, buscar. Moverse entre sombras que apenas dejan adivinar la forma. En ese momento previo no puedes intentar atraparla porque aun no hay nada. Tienes que mantenerte al acecho, husmeando para que no se escape demasiado lejos y la pierdas. No te va la vida, pero debes actuar como si te fuera. Pareciera que la pintura que buscas y tú estuvieran dando vueltas a un mismo círculo pero sin encontrarse.
Pienso en capturar una mariposa. Si no se hace con toda la delicadeza no sirve de nada, se destruye al capturarla. La belleza desaparece y solo quedan trozos. Así me sucede con la pintura.
Trabajo ahora sobre una serie de modelos masculinos, sacados de las revistas de moda. Modelos a los que les cambio el cuerpo y les coloco la cabeza del muñeco. Aunque las fotos están en color yo quería las pinturas monocromas. Una en ocres, otra en grises, otra en azules, etc....
Me sorprende mucho la fragilidad de una pieza antes de terminarla. A veces, cuando veo una obra que me emociona, rotunda, redonda, completa, siento como si no hubiera existido nada que impidiera al artista llevarla a cabo. Pero en mi caso no es así. Siempre hay una lucha continua hasta que está terminada por evitar que se escape. Luchar para que no se destruya como la mariposa. Y lo único que me sirve para llegar al final es el deseo. El deseo es el que me dice como debe ser. Por donde es el camino adecuado. Es como el hilo que une esa pieza que aun no existe conmigo. Ahora estoy prendido del hilo.
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